Nuevas poéticas y redes sociales by Remedios Sánchez (coord.)

Nuevas poéticas y redes sociales by Remedios Sánchez (coord.)

autor:Remedios Sánchez (coord.)
La lengua: spa
Format: epub
editor: Siglo XXI de España Editores, S. A.
publicado: 2019-06-12T00:00:00+00:00


XI. CÓDIGOS DE GÉNERO Y PACTO DE LECTURA EN LA NUEVA POESÍA ESPAÑOLA

Alí Calderón

En una conocida polémica norteamericana, el poeta Matvei Yankelevich le recordaba a Marjorie Perloff que la poesía es poesía en virtud del mismo gesto conceptual de Robert Rauschenberg, en 1961, al escribir: 'Se trata de un retrato de Iris Clert si yo lo digo' (Yankelevich, 2016: 118). El sistema de valoración de la literatura ha cambiado en las distintas comunidades lectoras de nuestro tiempo, en los distintos campos literarios. El mundo ha cambiado también. Por ello explica Zygmunt Bauman que 'nuestro mundo moderno líquido no deja de sorprendernos. Lo que hoy parece seguro y adecuado mañana puede resultar trivial, descabellado o lamentable' (Bauman, 2011: 9). En su análisis, Bauman asegura, además, que hoy 'las identidades deben ser desechables' (11). La de la poesía también [1]. Es muy sencillo: 'En el mundo de la modernidad líquida, la solidez de las cosas y de las relaciones humanas se percibe como una amenaza' (Bauman, 2007: 43). Sucede lo mismo con el canon y los valores heredados de la tradición, puesto que 'todo es prescindible, nada es verdaderamente necesario, nada es insustituible' (Bauman, 2007: 45).

El totalitarismo estructural del siglo XX nos aterrorizó con una palabra puesta en circulación por Roman Jakobson en el conocido ensayo de 1919, 'Lingüística y poética': Literariedad. La condición de lo literario. 'Lo que hace que una obra dada sea una obra literaria' (Jakobson, 1981: 56) [2]. A partir de entonces entendimos que el texto de intencionalidad estética está organizado de modo particular, suspende su referencialidad y se aleja de la transparencia del signo. Es opaco. Se instaura en la dimensión de lo simbólico. Por ello no resulta extraño que Roland Barthes defina la literatura como 'ruido voluntario, cuidadosamente elaborado' (Barthes, 1980: 6).

Todos los procedimientos de figuración del lenguaje que nos ha legado la tradición, desde la poesía egipcia o desde la Antología griega, el mayor laboratorio de técnicas literarias en Occidente, apuntan a la construcción de discursos plurisémicos o bien a ratificar el carácter monumental del texto literario. Todas las operaciones que algo quebrantan en los niveles fónico, sintáctico, semántico o lógico turban la expectativa del lector y se instalan en el dominio de la autorreflexividad [3]. Con esto quiero decir que el juego de estímulos lingüísticos que generan efectos anímicos (movere, ékplexis, admiratio, delectare) está altamente codificado y le ha dado sentido al quehacer de la literatura. Estoy hablando de los códigos de género de la poesía. A final de cuentas, la gran poesía está identificada con lo que Dámaso Alonso (2008) describió como la motivación entre significado y significante, lo que Greimas (1979) llama isomorfismo, Lotman (1988), inocinicidad y que Henri Meschonnic (1970) resume en la formula 'el ritmo es un sentido'. El texto poético se caracteriza entonces por construir relaciones solidarias, alegóricas, entre sonido y sentido, entre el qué se dice y el cómo se dice.

Al menos desde Rimbaud y la introducción de la indecidibilidad en Une saison en enfer (1873), desde Mallarmé



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